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IN MEMORIAM ALFREDO GALLEGO ANABITARTE. MAESTRO DE DERECHO ADMINISTRATIVO

Alfredo Gallego Anabitarte

REDACCIÓN YG ABOGADOS

Alfredo Gallego Anabitarte entró en clase con la energía y decisión que le caracterizaban, se sentó, se presentó y dijo … “Señores, van Vds. a entrar en otra dimensión …”. Fue la primera vez que vi al maestro. Cuando concluyó la clase, un compañero bastante ingenioso dijo “Era verdad, estamos en otra dimensión …”.

Gallego Anabitarte nunca dejó indiferente a nadie. Lo amabas o lo odiabas. Yo siempre lo admiré. Incluso en aquellos años en que apenas entendía nada de lo que decía, tenía la sensación de que estaba ante un genio.

Más tarde, al seguir los derroteros del Derecho administrativo, los cursos de doctorado, las clases en la Universidad … empecé a comprender la magnitud del saber de Alfredo Gallego Anabitarte.

Leí sus libros y sus artículos. Pero sobre todo le escuché. Exponía empleando el método dialéctico: tesis, antítesis, síntesis. Era como escuchar a Santo Tomás. Según decía era la forma que se enseñaba en Alemania.

Sabía mucho. Muchísimo. Nunca analizaba las cosas a la ligera: hay que categorizar ¿Cómo se aplica el Derecho si no sabemos lo que es?

Decía que subrayar la ley —una costumbre inveterada de los estudiantes de Derecho— era absurdo, porque en la ley todo es importante. No volví a subrayar la ley.

Estudiaba mucho. Hasta la extenuación. Siempre intentaba llegar al final de todo, agotaba el análisis y sus conclusiones eran sólidas como rocas.

Era tan bueno que resultaba irritante. Sin embargo, a mí siempre me pareció inspirador: Quería razonar como él y quería saber tanto como él. No era posible. No es posible.

Me entero de que ha fallecido.

En estos momentos estoy un poco más sólo. En un mundo en el que todo es rápido y superficial, ser concienzudo y profundo es una extravagancia.

Maestro, estoy seguro de que, si hay un cielo para los juristas, el cielo de los conceptos jurídicos de Ihering, ahora está Vd. allí. Habrá llegado en moto, naturalmente. Pero no estará en lo más alto, eso no le hubiera gustado; sino junto al propio Ihering, y está conversando con él en perfecto alemán.