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UN PASTEL ENVENENADO

Redacción YG

 

En el año 2012, Jack Phillips, un maestro pastelero y Cristiano devoto, dijo a una pareja del mismo sexo que se negaba a hacer un pastel para su ceremonia de boda. El motivo era que su religión se oponía al matrimonio del mismo sexo. No obstante, les dijo que si querían otro tipo de pasteles ya horneados, v.g. pasteles de cumpleaños, que no había problema.

La pareja le denunció ante la Colorado Civil Rights Commision, por vulneración de la Colorado Anti-Discrimination Act (CADA). En lo que aquí importa, la ley prohibía la discriminación basada en la orientación sexual en “comercios públicos o cualquier lugar donde se ofrezcan servicios al público”.

La Comisión interpuso una demanda contra Masterpiece Cakeshop, Ltd., ante el Juzgado administrativo, que sentenció a favor de la pareja. El Juzgado rechazó la alegación del Sr. Phillips sobre aplicación de la Primera Enmienda. En resumen, este argumentaba que exigirle crear un pastel para una pareja del mismo sexo viola su derecho a la libertad de expresión, obligándole a ejercer su talento artístico para expresar un mensaje con el que está en desacuerdo. También rechazó su alegato de que se violaba su derecho al libre ejercicio de la religión. Tanto la comisión como el Tribunal de apelación confirmaron el fallo.

El Sr. Phillips no se conformó y acudió al Tribunal Supremo (Masterpiece Cakeshop, Ltd. v. Colorado Civil Rights Commission, nº 16-111 [1]), que, en una sentencia de 4 de junio de 2018, ha fallado a favor de este. El Tribunal Supremo considera que la Comisión y el Tribunal de Colorado habían violado el deber de neutralidad frente a las creencias religiosas al mostrar hostilidad frente a las del Sr. Phillips. Afirmó que, aunque el caso es complejo, debió resolverse “in the context of recognizing that these disputes must be resolved with tolerance, without undue disrespect to sincere religious beliefs, and without subjecting gay persons to indignities when they seek goods and services in an open market”.

Leo en el ABA Journal (Masterpiece Cakeshop Baker refuses to make cake celebrating gender transition, spurring new suit, by Debra Cassens Weiss, 15 de agosto de 2018 [2]), que el Estado de Colorado, en un claro intento de desobedecer lo resuelto por el Tribunal Supremo, ha iniciado nuevas acciones frente a un pastelero que se negó a hacer una tarta para la boda de una pareja gay.

Según cuenta el artículo, el abogado de Phillips, ha tenido que interponer otra demanda como consecuencia de una nueva persecución que ha iniciado la Comisión contra Phillips. Según parece la cosa ha sucedido como sigue:

“Un abogado solicitó a Phillips hacer un pastel para celebrar una fiesta transgénero el mismo día que el Tribunal Supremo tenía la audiencia del caso Phillips. El abogado dijo que quería un pastel que fuese rosa en el interior y azul en el exterior para celebrar su transición de hombre a mujer.

La demanda dice que hornear dicho pastel viola las creencias religiosas del Sr. Phillips de que ser hombre o mujer “viene dado por Dios, está biológicamente determinado, y no viene determinado por percepciones o sentimientos, y que no puede ser elegido o cambiado”.

La demanda alega que Colorado trata a Phillips peor que a otros artistas del pastel “porque desprecian sus creencias religiosas y cómo practica su fe”. La demanda, finalmente, alega que se han violado los derechos de libertad de expresión, libertad religiosa, a un proceso debido y a igual protección. Solicita una orden, daños y daños punitivos.”

Corrección política

     Corrección política

Parece que el colectivo de LGTB está persiguiendo, o cuanto menos, buscando las cosquillas al Sr. Phillips. No sé si lo hace con fines legítimos o sólo con la intención de amedrentarle y que sirva de lección a cualquiera que pretenda tener un pensamiento distinto de la “corriente de conciencia” que propugna ese colectivo. No puedo estar más en desacuerdo con esta actitud, como dijo Noam Chomsky:

“Si crees en la libertad de expresión entonces crees en la libertad de expresión para puntos de vista que te disgustan. Por ejemplo, Goebbels estaba a favor de la libertad de expresión para los puntos de vista que compartía, igualmente Stalin. Si estás a favor de la libertad de expresión, eso significa que estás a favor de la libertad de expresión precisamente para los puntos de vista que no compartes, de otra forma, no estarías a favor de la libertad de expresión.”

La actitud hacia el Sr. Phillips recuerda más a la actitud que Goebbels y Stalin que Chomsky denuncia, que a un auténtico comportamiento democrático y respetuoso con la libertad de expresión y, desde luego, con las sentencias de los tribunales.

El asunto me parece extraordinariamente interesante desde el punto de vista de un abogado. Y, sin duda, aparece muy oportunamente, en estos tiempos en que impera la corrección política, el no poder tener  prejuicios, opiniones religiosas discordantes, no poder hablar con libertad, etc.

Ha de partirse de un presupuesto: la norma de no discriminación por razón de orientación sexual es lógica (aunque no tan concreta, en España hay normas similares). Toda persona tiene derecho a ser atendida en un comercio sin importar su credo, raza, etc. Lo contrario sería tanto cuanto admitir que un tendero podría negarse a servir a negros, gitanos, gays, lesbianas, etc. Esto sería inaceptable.

Pero una cosa es que todo colectivo tenga derecho a no ser discriminado en relación con bienes de venta en establecimientos públicos (como pueden ser pasteles, pan, etc.), y otra muy distinta que un profesional no pueda elegir qué clientes le contratan. La primera pregunta que le surge a cualquier profesional es: ¿He de aceptar forzosamente a un cliente? ¿Llega la obligación de respeto a la orientación sexual al límite de imponer a alguien que haga un trabajo en contra de sus convicciones? ¿Dónde está entonces la libertad de pensamiento?

La posición fácil, en mi opinión, es defender a la pareja de gays. Es la que adoptaron la Comisión, el Juzgado y el Tribunal de Colorado. Sin embargo, el Tribunal Supremo, de forma mucho más ponderada, dice que el derecho de no discriminación no es, lo mismo que no lo es la libertad de expresión y la religiosa, un derecho absoluto, y que han de ponderarse unos y otros.

Como abogado, siento que los abogados hemos de tener el valor de defender las causas que no gustan al conjunto, a la corrección política. Así lo han hecho los grandes abogados (Darrow, Steuer, Williams, etc.). Nos gustaría desde aquí, por ello, dejar testimonio de nuestra admiración por Jim Campbell, el abogado que está llevando el asunto a Phillips, por varias razones:

1.º Por su brillante victoria ante el Tribunal Supremo;

2.º Por defender a quién nadie quiere defender, y;

3.º Porque se enfrenta sin miedo a la Administración y a un poderoso colectivo de presión que siguen empeñados en aplastar al Sr. Phillips.

Jim Campbell, el abogado que ha llevado el asunto, ha dicho “Jack shouldn’t have to fear government hostility when he opens his shop for business each day. We’re asking the court to put a stop to that” (Hostility unabated: Colorado seeks to punish cake artist Jack Phillips again, ADF Media [3]). Creo que no se puede decir mejor.

En este despacho sabemos muy bien lo difícil que es luchar contra la Administración cuando se empeña en algo, por lo que, enhorabuena y mucha suerte compañero